miércoles, 31 de diciembre de 2014

MI CONCILIACIÓN LABORAL

   El otro día leía la entrevista que el Club de Malasmadres le hacía a Lucía, la madre bloguera de Planeando ser padres.

   Ella no pudo conciliar la familia con el trabajo y la despidieron se despidió de él. Ahora es una mamá blogger 24 horas y le va fenomenal.

   Yo he tenido la suerte de tener una gran jefa en mi trabajo que es madre de 2 hijos y que comprende perfectamente la situación en la que nos encontramos las madres trabajadoras.

   En junio 2012, cuando llevaba 6 meses trabajando en la empresa, decidimos empezar a buscar un bebé. Veía que en el trabajo todo iba bien, les gustaba mi forma de trabajar y en principio me iban a renovar el contrato. De repente, en agosto, me comentaron que me iban a prorrogar el contrato 2 meses más, hasta mediados de octubre, y que luego ya veríamos que hacíamos. Me quedé un poco planchada. Mi marido y yo nos planteamos si seguir buscando bebé o no teniendo en cuenta que si no me renovaban, quizás ya tendríamos uno en camino y eso imposibilitaba buscar otro trabajo o en caso de que no lo estuviese, quedarme embarazada al empezar un nuevo trabajo me traería problemas al instante.
   Lo estuvimos pensando pero al final decidimos seguir adelante porque no sabíamos si tardaríamos mucho en conseguirlo y porque si tenemos que esperar a que las circunstancias sean ideales, no nos pondríamos nunca.

   En octubre me dijeron que debido a la bajada de producción que hay en invierno, no me podían tener a jornada completa. Estaba en un punto en el que o me hacían indefinida o me echaban, por lo que decidieron hacerme indefinida a media jornada, pero con una cláusula en mi contrato que dijese que de abril a septiembre (ambos incluidos) pasaría a hacer jornada completa.

   Me cayó como un jarro de agua fría. Me quedé en estado de shock. Mi jefe todo feliz porque me hacía indefinida y yo pensando "pasaremos 6 meses con mi medio sueldo". Mierda de crisis.

   Me encontraba muy a gusto en esta empresa familiar y no quería volver a buscar trabajo en otro lado porque con la crisis está complicado y con lo bien que me habían tratado tampoco quería defraudarles. Así que acepté y empecé mi media jornada.

   Dos meses más tarde descubrimos que estábamos embarazados. Se fue el estrés de la incertidumbre laboral y el test dio positivo.

   Esperé a volver de las vacaciones de Navidad y nada más entrar por la puerta se lo dije a mi jefe, que me dio la enhorabuena. Su hija (que ahora es mi jefa) me abrazó y me felicitó. Me apoyó durante todo el embarazo, me dejó ropa, mini cuna, maxi cosi, libros, etc. Ha sido un amor. Y fue ella la que me dijo que mirase los días que me tocaban por lactancia. Lo hablamos con la gestoría y pude posponer la vuelta al trabajo hasta que mi hija tuvo prácticamente 6 meses porque junté baja maternal + vacaciones + lactancia.

   Si tengo que llevar a mi hija al médico o, como pasó una vez, salir 15 minutos antes del trabajo para recoger a mi hija porque mis suegros tenían que ir al médico y mi marido trabajaba, no me pone ninguna pega. Aunque se nota mucho en la economía familiar, los 6 meses a media jornada me sirven para disfrutar todas las tardes con mi hija, y como en un futuro coincidirán con la mayoría de los meses escolares, podré estar más pendiente de ella.

   Yo, a cambio, tengo la buena costumbre de llegar al trabajo 15-20 minutos antes y cumplir siempre con mi horario y mi trabajo. Tuve la suerte de encontrarme perfectamente durante todo el embarazo y no faltar ni un solo día. Además, excepto en la ecografías de las 12 y 20 semanas, todas las citas con médicos y matronas las procuraba coger a última hora de la mañana o de la tarde para faltar el menor tiempo posible al trabajo.

   La verdad es que soy afortunada de poder conciliar tan bien el trabajo con la familia.

   El otro día mi jefa me "pilló" leyendo el blog de Planeando ser padres y puso cara de sorpresa. Le dije que tranquila, que sólo era un blog de mamás que leía y que no se preocupase, que ni este año ni el que viene voy a buscar otro hijo. Ella me contestó que no había problema. Que con lo bien que había hecho cuadrar las fechas con la primera (trabajé prácticamente todos los meses más fuertes y cogí la baja a las 36 semanas justo cuando empezaba a bajar por lo que ella no tuvo desborde de trabajo), si el siguiente lo hacía igual de bien, podía tener los que quisiera. 

  Yo, con una sonrisa, le dije que tuviese en cuenta que estas cosas no se pueden planear al milímetro y que vienen cuando vienen.





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